Accidentes graves que pueden llegar a ser divertidos
Willem Saris
Todo aquel que patine con regularidad sabe que el hielo es un material duro a pesar de ser agua. Cuando te caes, no suele ser grave aunque hay ocasiones en las que puede serlo. A mí me pasó una vez al inicio de una temporada de patinaje. Era el primer día que patinaba aquel año. Hubo un momento que estaba sentado al lado de la pista de patinaje y le pregunté a alguien que estaba a mi lado si podía explicarme lo que me ocurría porque yo no lo sabía. Me contó que me había caído. No llevaba los patines puestos; los había metido en mi bolsa pero yo no me acordaba de nada. Intenté recordar más pero incluso había olvidado lo que había hecho aquella tarde y el día anterior. Empecé a ponerme nervioso, sobre todo porque conocía otros casos en los que la persona había perdido la memoria y el habla al caerse también. Me hice preguntas a mí mismo: mi nombre, el nombre de mi esposa, mi dirección,... y esto me tranquilizó porque lo recordaba. Pero aun quedaba por saber si habría olvidado todas las matemáticas que había estudiado y eso me preocupaba. Intenté recordar algo de álgebra. Cogí un papel y traté de resolver algunas operaciones básicas. Las recordé y eso hizo que me fuera a casa un poco más relajado.
Unos años más tarde, mi amigo Egbert, sufrió una caída parecida. Me habló justo después de caerse pero cada dos minutos me hacía la misma pregunta, no paraba de repetirla así que decidí llevarle al médico. Una vez en el hospital, quería ponerme en contacto con su esposa para informarle de lo sucedido. Le pedí a Egbert el número y la llamé. La sorpresa fue que el número que me había dado era el de su ex- mujer.
Tengo que admitir que un día patinando en Barcelona me ocurrió algo similar. Iba patinando en grupo, me caí y perdí el conocimiento un tiempo. Después de pasarme esto, encontré a una de mis estudiantes y le pregunté : ¿Por qué has venido?, a lo que ella me respondió que yo la había llamado aquella misma mañana. Yo le dije que no era verdad. Al ver que esta misma escena se repetía cada dos minutos me llevaron al hospital para hacerme algunas pruebas. Allí, yo era el centro de atención ya que nunca habían atendido a un patinador de 70 años. Supongo que las enfermeras les contaron a las demás que en urgencias había un loco porque poco después mi cama estaba rodeada de, al menos, siete enfermeras. Nunca en mi vida he sido tan popular entre las mujeres como aquel día. Al final, y después de hacerme muchas pruebas, resultó que no estaba tan loco como pensaron en un primer momento.
Los tres accidentes terminaron bien. Actualmente los dos patinadores seguimos patinando.