Terry Monaghan superó el récord mundial existente en 1960
Terry Monaghan era un patinador de velocidad de Gran Bretaña que participó en los campeonatos de Europa y del mundo entre 1956 y 1962 y en los Juegos Olímpicos de Squaw Valley en 1960 donde superó el récord mundial conseguido en 1952 por Hjalmar Andersen en los 10 kilómetros. Por desgracia para Terry Monaghan otros patinadores mejoraron su tiempo así que al final quedó quinto en estos Juegos Olímpicos y el nuevo récord mundial lo consiguió Knut Johannsen.
Como Terry Monaghan era una de las pocas personas de Gran Bretaña que hasta ahora había podido participar en campeonatos internacionales en patinaje de velocidad en pistas largas, quiero darlo a conocer un poco más, tomando como referencia una entrevista que Debbie Werner le hizo en 2014, en EE.UU., publicada en Estados Noticias. (https://www.ucg.org/members/news/profile-terry-monaghan-an-uncommon-story)
Su juventud
“Cuando era apenas un niño, amaba sus patines de ruedas (por aquel tiempo todavía tenía aquel tipo de patines que debían fijarse a los zapatos). Más tarde empezó con los patines en línea. Para él, solo era un juego más de niño. Sin embargo, en 1941, vio la película “Sun Valley Serenade”, se enamoró de Sonja Henie a los 8 años de edad y decidió que quería ir a Noruega y patinar sobre hielo. Su interés se desarrolló a partir de ahí. Su padre murió siendo él un joven adolescente así que cuando su madre se dio cuenta de su amor por el patinaje, le compró un pase de temporada para la pista de hielo. Sobre todo, quería mantenerlo alejado de las calles y de las malas compañías.
Empezó calentando en el patinaje artístico y más tarde, en el patinaje de velocidad. Aunque no contaba con entrenador, participó con el equipo de patinaje de velocidad de Bournemouth en campeonatos en diferentes ciudades en Inglaterra y Escocia. Se suponía que, con16 años podía empezar con el equipo, sin embargo, él ya patinó con 14 y 15 porque aparentaba más edad por su altura."
Su mejor historia de patinaje
"Tras salir de la “Poyal Air Force” (Fuerzas Aéreas británicas) a los 20 años, empezó a ir a Noruega cada invierno para entrenar tan pronto como el hielo del lago era lo suficientemente grueso como para el patinaje. Mirando hacia atrás, ve muchas lecciones espirituales en desarrollo durante su formación y años de los campeonatos. Él entrenaba solo y mejoraría observando a otros patinadores mejores que él, tal como habían aprendido de los mentores espirituales de sus familias y congregaciones (Tito cap.2 vers. 3-5).
El Compitió en pista larga de patinaje de velocidad internacional de 1956 a 1962 (de 23 a 29años).
Me contó muchas historias. Sin embargo, mi favorita, y también la carrera más importante para él y de la que podía recordar todos los detalles, era una carrera por el Campeonato de Europa en Oslo, Noruega, en 1958 (yo creo que se refiere al Campeonato Mundial de 1960). Él y su competidor quedaron empatados. Él sabía que su competidor, el patinador holandés Gene Vandeburg, no dejaría de competir (debe de referirse a Jeen van der Berg, el ganador de la “Elfstedentocht” de 1954). Cada vez que atravesaban la línea de meta en una carrera de 25 vueltas, lo hacían al mismo ritmo a pesar de cada uno intentaba conseguir la ventaja. A tres vueltas del final, el encargado de girar el tablero mostrando las vueltas que quedaban, se olvidó de darle la vuelta a dos vueltas enteras, mientras los patinadores seguían al mismo ritmo en paralelo. Después de las 25 vueltas, sabían que en realidad habían terminado la carrera, pero se miraron el uno al otro y ambos continuaron patinando porque la multitud seguía gritando. A la vuelta siguiente y ante tal agitación y ya con todas las miradas señalando al hombre para que cambiara el tablero de vuelta, finalmente lo hizo pero indicando dos vueltas más… Por tanto, dieron tres vueltas adicionales. ¡Qué perseverancia! Posteriormente, Gene (Jeen) abrazó a Terry y se derrumbó sobre él diciéndole: “Vamos a buscar a ese tipo y lo mataremos.” Ellos lo habían dado todo en 10.000 metros y todavía tenía que dar más. Acabaron completamente agotados. Una vez más, aprendió una profunda lección que traducida espiritualmente: hemos conseguido más de nosotros de lo que pensamos que podíamos. Dios sabe mejor que nosotros cuánto podemos hacer (Santiago cap.1: vers.2-4). También se estableció claramente un vínculo entre los patinadores de velocidad, incluso competidores, debido a la experiencia compartida. Lo mismo se puede decir en la Iglesia. Dondequiera que vayas en el mundo, si estás con miembros de la Iglesia, hay una profunda camaradería que supera muchas barreras políticas y lingüísticas (cap.1 Corintios 12:12)."
Como Terry Monaghan era una de las pocas personas de Gran Bretaña que hasta ahora había podido participar en campeonatos internacionales en patinaje de velocidad en pistas largas, quiero darlo a conocer un poco más, tomando como referencia una entrevista que Debbie Werner le hizo en 2014, en EE.UU., publicada en Estados Noticias. (https://www.ucg.org/members/news/profile-terry-monaghan-an-uncommon-story)
Su juventud
“Cuando era apenas un niño, amaba sus patines de ruedas (por aquel tiempo todavía tenía aquel tipo de patines que debían fijarse a los zapatos). Más tarde empezó con los patines en línea. Para él, solo era un juego más de niño. Sin embargo, en 1941, vio la película “Sun Valley Serenade”, se enamoró de Sonja Henie a los 8 años de edad y decidió que quería ir a Noruega y patinar sobre hielo. Su interés se desarrolló a partir de ahí. Su padre murió siendo él un joven adolescente así que cuando su madre se dio cuenta de su amor por el patinaje, le compró un pase de temporada para la pista de hielo. Sobre todo, quería mantenerlo alejado de las calles y de las malas compañías.
Empezó calentando en el patinaje artístico y más tarde, en el patinaje de velocidad. Aunque no contaba con entrenador, participó con el equipo de patinaje de velocidad de Bournemouth en campeonatos en diferentes ciudades en Inglaterra y Escocia. Se suponía que, con16 años podía empezar con el equipo, sin embargo, él ya patinó con 14 y 15 porque aparentaba más edad por su altura."
Su mejor historia de patinaje
"Tras salir de la “Poyal Air Force” (Fuerzas Aéreas británicas) a los 20 años, empezó a ir a Noruega cada invierno para entrenar tan pronto como el hielo del lago era lo suficientemente grueso como para el patinaje. Mirando hacia atrás, ve muchas lecciones espirituales en desarrollo durante su formación y años de los campeonatos. Él entrenaba solo y mejoraría observando a otros patinadores mejores que él, tal como habían aprendido de los mentores espirituales de sus familias y congregaciones (Tito cap.2 vers. 3-5).
El Compitió en pista larga de patinaje de velocidad internacional de 1956 a 1962 (de 23 a 29años).
Me contó muchas historias. Sin embargo, mi favorita, y también la carrera más importante para él y de la que podía recordar todos los detalles, era una carrera por el Campeonato de Europa en Oslo, Noruega, en 1958 (yo creo que se refiere al Campeonato Mundial de 1960). Él y su competidor quedaron empatados. Él sabía que su competidor, el patinador holandés Gene Vandeburg, no dejaría de competir (debe de referirse a Jeen van der Berg, el ganador de la “Elfstedentocht” de 1954). Cada vez que atravesaban la línea de meta en una carrera de 25 vueltas, lo hacían al mismo ritmo a pesar de cada uno intentaba conseguir la ventaja. A tres vueltas del final, el encargado de girar el tablero mostrando las vueltas que quedaban, se olvidó de darle la vuelta a dos vueltas enteras, mientras los patinadores seguían al mismo ritmo en paralelo. Después de las 25 vueltas, sabían que en realidad habían terminado la carrera, pero se miraron el uno al otro y ambos continuaron patinando porque la multitud seguía gritando. A la vuelta siguiente y ante tal agitación y ya con todas las miradas señalando al hombre para que cambiara el tablero de vuelta, finalmente lo hizo pero indicando dos vueltas más… Por tanto, dieron tres vueltas adicionales. ¡Qué perseverancia! Posteriormente, Gene (Jeen) abrazó a Terry y se derrumbó sobre él diciéndole: “Vamos a buscar a ese tipo y lo mataremos.” Ellos lo habían dado todo en 10.000 metros y todavía tenía que dar más. Acabaron completamente agotados. Una vez más, aprendió una profunda lección que traducida espiritualmente: hemos conseguido más de nosotros de lo que pensamos que podíamos. Dios sabe mejor que nosotros cuánto podemos hacer (Santiago cap.1: vers.2-4). También se estableció claramente un vínculo entre los patinadores de velocidad, incluso competidores, debido a la experiencia compartida. Lo mismo se puede decir en la Iglesia. Dondequiera que vayas en el mundo, si estás con miembros de la Iglesia, hay una profunda camaradería que supera muchas barreras políticas y lingüísticas (cap.1 Corintios 12:12)."
Los Juegos Olímpicos
"Compitió por Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1960 en Squaw Valley a los 26 años de edad. Gran Bretaña contaba con tan sólo dos competidores ese año en cuatro eventos, el Sr. Monaghan y otro hombre, por cuatro diferentes distancias de patinaje de velocidad. Recuerda las ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos vividas. Mientras estaba allí de pie, lanzaron cientos de palomas al aire que volaban en círculos sobre las cabezas de los atletas y espectadores reunidos, sólo gracias a Dios por haberle permitido estar allí y lograr su ambición de toda la vida. Él sabía que no iba a ganar pero estaba agradecido de estar allí y disfrutar la experiencia. Mirando hacia atrás, él cree que Dios lo bendijo por sus oraciones de gratitud. " |
La apertura de los Juegos Olímpicos en 1960, donde participó Terry Monaghan
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Su vida neuva
"Decidió quedarse en los EE.UU. a pasar el verano. Y acabó trabajando en la pista de hielo y como instructor de esquí en la primera fiesta celebrada en Squaw Valley en 1961. Pensó que Radio Iglesia de Dios le había trasmitido un mensaje y me dijo que lo “había vuelto a oír en sus sueños”. Empezó a relacionarse con algunos miembros de la Iglesia, y parecía gustarle así que habló con un pastor y comenzó a escuchar “el mundo mañana”.
Tenía un montón de planes para su vida pero cada vez que sentía la llamada divina todo cambiaba para ser guiado a hacer lo que Dios le pedía. Señala que, cuando Dios te está guiando, debes confiar en él con fe, incluso si usted no entiende o no funciona de inmediato, a la larga, siempre lo hace.
En 1963, el Sr. Monaghan entró en la Iglesia y fue bautizado. En última instancia, dijo que tenía que renunciar al patinaje de velocidad, ya que era su ídolo. Todo se había centrado en él, en el patinaje: todo lo que comía, su salud y la nutrición, anatomía y fisiología, y no tenía tiempo para Dios. Todo lo relacionado con el patinaje era acerca de la física. Tuvo que cambiar espiritualmente a la vez que Dios abría su mente. Ni siquiera prestaba atención a cualquier noticia sobre campeonatos de patinaje durante los primeros años.
Todo lo que aprendió gracias a su experiencia espiritual. Todos podemos sentirnos identificados con las experiencias diarias que, a menudo, se convierten en lecciones espirituales cuando meditamos sobre ellas."
Pero siguió patinando
"Tenía curiosidad por saber si todavía patinaba. Y sí, todavía tiene sus patines en línea. Hace cinco años (a la edad de 76, que conste) estuvo por las carreteras costeras y descendió una empinada carretera de la costa de Oregón. Iba tan rápido e intentó reducir la velocidad. No funcionó. Llegó a la parte baja de la colina y no podía frenar, iba derecho al semáforo, a la señal de stop, sin poder parar y rezando todo el camino. Dijo que había sido muy divertido ... pero esa fue la última vez que patinó.
Aunque la suya es una historia poco común, muchos religiosos tienen historias similares de desafíos físicos y espirituales que enfrentan y los logros alcanzados con la ayuda de Dios. Aunque la historia del Sr. Monaghan puede ser increíble y única, es realmente una historia que a todos nos puede suceder: una de perseverancia hasta el final al igual que todos los que caminan juntos hacia el Reino “.
"Decidió quedarse en los EE.UU. a pasar el verano. Y acabó trabajando en la pista de hielo y como instructor de esquí en la primera fiesta celebrada en Squaw Valley en 1961. Pensó que Radio Iglesia de Dios le había trasmitido un mensaje y me dijo que lo “había vuelto a oír en sus sueños”. Empezó a relacionarse con algunos miembros de la Iglesia, y parecía gustarle así que habló con un pastor y comenzó a escuchar “el mundo mañana”.
Tenía un montón de planes para su vida pero cada vez que sentía la llamada divina todo cambiaba para ser guiado a hacer lo que Dios le pedía. Señala que, cuando Dios te está guiando, debes confiar en él con fe, incluso si usted no entiende o no funciona de inmediato, a la larga, siempre lo hace.
En 1963, el Sr. Monaghan entró en la Iglesia y fue bautizado. En última instancia, dijo que tenía que renunciar al patinaje de velocidad, ya que era su ídolo. Todo se había centrado en él, en el patinaje: todo lo que comía, su salud y la nutrición, anatomía y fisiología, y no tenía tiempo para Dios. Todo lo relacionado con el patinaje era acerca de la física. Tuvo que cambiar espiritualmente a la vez que Dios abría su mente. Ni siquiera prestaba atención a cualquier noticia sobre campeonatos de patinaje durante los primeros años.
Todo lo que aprendió gracias a su experiencia espiritual. Todos podemos sentirnos identificados con las experiencias diarias que, a menudo, se convierten en lecciones espirituales cuando meditamos sobre ellas."
Pero siguió patinando
"Tenía curiosidad por saber si todavía patinaba. Y sí, todavía tiene sus patines en línea. Hace cinco años (a la edad de 76, que conste) estuvo por las carreteras costeras y descendió una empinada carretera de la costa de Oregón. Iba tan rápido e intentó reducir la velocidad. No funcionó. Llegó a la parte baja de la colina y no podía frenar, iba derecho al semáforo, a la señal de stop, sin poder parar y rezando todo el camino. Dijo que había sido muy divertido ... pero esa fue la última vez que patinó.
Aunque la suya es una historia poco común, muchos religiosos tienen historias similares de desafíos físicos y espirituales que enfrentan y los logros alcanzados con la ayuda de Dios. Aunque la historia del Sr. Monaghan puede ser increíble y única, es realmente una historia que a todos nos puede suceder: una de perseverancia hasta el final al igual que todos los que caminan juntos hacia el Reino “.