Rutas de las Once Ciudades en el siglo XIX
Lolkema citó la primera mención acerca de la Ruta de las Once Ciudades aparecida en 1763 en un periódico local : “Los Frisones gozan de muy buena reputación como patinadores y es cierto que un buen patinador puede, en un día, patinar una distancia tres veces mayor a la de un caballo cabalgando a su máxima velocidad. Ya sucedió que, un buen patinador pasara patinando las once ciudades de Frisia. Pero en estos casos no paraba mucho tiempo en ninguna de ellas para aprovechar el hielo en buenas condiciones.”
En el s.XIX patinar la Ruta de Las Once Ciudades se convirtió en una actividad muy popular. En 1809 los periódicos publicarían, por primera vez, los nombres de los participantes en el recorrido por las once ciudades de Frisia. Pals Visser y Pals Bleekma completaron la ruta de 200 kilómetros en 14 horas y media. En años sucesivos, empezaron a publicarse en el periódico local los nombres de los finalistas de la Ruta de las Once Ciudades.
El invierno de 1890/1891 fue un año especial. El 1 de enero, el dueño de un bar en Hindenloopen firmó “el papel” de 77 participantes que intentaron hacer la Ruta de las Once Ciudades. Dos días más tarde firmó 80 más (Extraído del libro: Een eeuw Elfstedentocht, Ron Couwenhoven). Aquel invierno uno de los participantes en esta ruta fue Pim Mulier, miembro de la Asociación para la Educación de la Salud Física y que más tarde se convertiría en el precursor de la Ruta de las Once Ciudades.
En el s.XIX patinar la Ruta de Las Once Ciudades se convirtió en una actividad muy popular. En 1809 los periódicos publicarían, por primera vez, los nombres de los participantes en el recorrido por las once ciudades de Frisia. Pals Visser y Pals Bleekma completaron la ruta de 200 kilómetros en 14 horas y media. En años sucesivos, empezaron a publicarse en el periódico local los nombres de los finalistas de la Ruta de las Once Ciudades.
El invierno de 1890/1891 fue un año especial. El 1 de enero, el dueño de un bar en Hindenloopen firmó “el papel” de 77 participantes que intentaron hacer la Ruta de las Once Ciudades. Dos días más tarde firmó 80 más (Extraído del libro: Een eeuw Elfstedentocht, Ron Couwenhoven). Aquel invierno uno de los participantes en esta ruta fue Pim Mulier, miembro de la Asociación para la Educación de la Salud Física y que más tarde se convertiría en el precursor de la Ruta de las Once Ciudades.
Pim Mulier escribió “Wintersport” un libro que reúne información sobre deportes de invierno y que incluye la crónica de su participación en La Ruta de las Once Ciudades. Escribe con un estilo propio y difícil de traducir pero os dejo la descripción del inicio de su ruta:
“Yo ya tenía, hace mucho tiempo, el deseo de emprender este viaje y sobre todo, batir el récord de la ruta. El 20 de diciembre, me fui a dormir temprano al hotel Weidema. A las 6h de la mañana me despertó un camarero. Me masajeó la espalda y las piernas con árnica; me puse la ropa de deporte y recogí mis pertenencias. Llevaba un chaleco encima del suéter para no llamar demasiado la atención. Además, un gorro de lana gruesa que me daba un aire elegante, como los de capitán de barco de Frisia. Con un trozo de chocolate, un reloj, un par de pañuelos, algunos florines, un cuchillo, correas y un patín de repuesto a la espalda, estaba en el canal a las 7h en punto, enfrente del hotel, listo para empezar. Me dirigí a la izquierda para llegar a Ee (un canal que conecta Leeuwarden con Dokkum) pero acabé en una zanja que me llevó a una pista de patinaje. Un ayudante de panadería me indicó el camino y conseguí llegar a Ee. Al principio las luces de la ciudad iluminaban el hielo pero más tarde todo estaba oscuro. El hielo era terrible. Era una vieja pista con una gran cantidad de agujeros y con burbujas que te impedían realizar un empuje largo. Para evitar fracasar en esta empresa por caídas, me había envuelto las rodillas con pañuelos y me había puesto guantes muy calientes. Gracias a todo esto, las dos caídas que tuve no fueron graves. Aunque tenía mucho frío, no podía patinar rápido para calentarme porque no podía aumentar la velocidad”.
“Yo ya tenía, hace mucho tiempo, el deseo de emprender este viaje y sobre todo, batir el récord de la ruta. El 20 de diciembre, me fui a dormir temprano al hotel Weidema. A las 6h de la mañana me despertó un camarero. Me masajeó la espalda y las piernas con árnica; me puse la ropa de deporte y recogí mis pertenencias. Llevaba un chaleco encima del suéter para no llamar demasiado la atención. Además, un gorro de lana gruesa que me daba un aire elegante, como los de capitán de barco de Frisia. Con un trozo de chocolate, un reloj, un par de pañuelos, algunos florines, un cuchillo, correas y un patín de repuesto a la espalda, estaba en el canal a las 7h en punto, enfrente del hotel, listo para empezar. Me dirigí a la izquierda para llegar a Ee (un canal que conecta Leeuwarden con Dokkum) pero acabé en una zanja que me llevó a una pista de patinaje. Un ayudante de panadería me indicó el camino y conseguí llegar a Ee. Al principio las luces de la ciudad iluminaban el hielo pero más tarde todo estaba oscuro. El hielo era terrible. Era una vieja pista con una gran cantidad de agujeros y con burbujas que te impedían realizar un empuje largo. Para evitar fracasar en esta empresa por caídas, me había envuelto las rodillas con pañuelos y me había puesto guantes muy calientes. Gracias a todo esto, las dos caídas que tuve no fueron graves. Aunque tenía mucho frío, no podía patinar rápido para calentarme porque no podía aumentar la velocidad”.
Este es el inicio del diario de su ruta. Él no vivía en Frisia por lo que no sabía exactamente cómo ir de una ciudad a otra. De Leeuwarden a Dokkum y la vuelta era simple pero a partir de ahí necesitaba ayuda. Fue pidiendo ayuda a la gente para que lo guiara y uno de los que le ayudó fue el señor Hofstede, el presidente de la “Frieze IJsbond”. Le guió de Leeuwarden hasta Harlingen y así lo escribió:
“Salimos de Leeuwarden juntos a las 10h20 y a las 10h50 estábamos en Franeker. Continuamos inmediatamente a Harlingen donde llegamos a las 11h20. El señor Hofstede es un patinador duro y musculoso pero su estilo era un poco diferente al mío, lo que resulta muy agotador. Le agradecí su ayuda y me fui a Bolsward”
A partir de ahí, le guió un capitán de barco, Tuininga. Por cada ciudad que pasaba le pedía a alguien que anotara el tiempo en un papel y lo firmara como prueba de su paso por allí. Así lo hizo también en Bolsward.
“ Mi pase en Bolsward fue firmado por mi sobrino J.Haitsma Mulier ; en Workum por J. Sensma y en Zwaan, por el posadero. Ahora, a toda máquina para Hindenloopen donde nos llamaron la atención por la velocidad con la que entramos en la ciudad. La viuda Boer del hotel “Wijnberg” me firmó el pase. Todavía conservo su graciosa firma. Comimos huevos revueltos y a las 14h nos pusimos en marcha de nuevo, detrás de mi guía Tuininga. A partir de ahí, hasta Stavoren fue un mal tramo debido a la nieve acumulada sobre el hielo. A las 14h50 llegamos a la estación donde comimos otra vez porque los dos estábamos hambrientos. El jefe de estación me firmó el papel. Después de comer rápidamente un caldo y un par de huevos con pan, continuamos. Tuininga empezó a estar cansado así que, de vez en cuando, patinaba delante, en la primera posición aunque no tan fuerte como hubiera querido. Mi guía me llevó por lagos y por un terreno inundado para atravesar Balk en dirección a Sloten. ¡Qué hermoso lugar! Justo cuando pasamos los bosques de Gaasterland, que te hacen pensar en la naturaleza de Gelderland, llegamos a los grandes lagos. El sol se tiñó de rojo y la luna iluminaba el interminable campo de hielo. En medio del lago había grandes grietas de medio metro de ancho en el hielo que se podían divisar de lejos. Esto pasa por los cambios de temperatura que hacen que disminuya el hielo y aumente de volumen desplazándose si la helada es muy grande y produciendo una gran estampida en el hielo. Estos trozos se denominan “kisten”. Era un hermoso paisaje; había algunos puentes y hombres con luces que señalaban donde estaban las grietas”
“Salimos de Leeuwarden juntos a las 10h20 y a las 10h50 estábamos en Franeker. Continuamos inmediatamente a Harlingen donde llegamos a las 11h20. El señor Hofstede es un patinador duro y musculoso pero su estilo era un poco diferente al mío, lo que resulta muy agotador. Le agradecí su ayuda y me fui a Bolsward”
A partir de ahí, le guió un capitán de barco, Tuininga. Por cada ciudad que pasaba le pedía a alguien que anotara el tiempo en un papel y lo firmara como prueba de su paso por allí. Así lo hizo también en Bolsward.
“ Mi pase en Bolsward fue firmado por mi sobrino J.Haitsma Mulier ; en Workum por J. Sensma y en Zwaan, por el posadero. Ahora, a toda máquina para Hindenloopen donde nos llamaron la atención por la velocidad con la que entramos en la ciudad. La viuda Boer del hotel “Wijnberg” me firmó el pase. Todavía conservo su graciosa firma. Comimos huevos revueltos y a las 14h nos pusimos en marcha de nuevo, detrás de mi guía Tuininga. A partir de ahí, hasta Stavoren fue un mal tramo debido a la nieve acumulada sobre el hielo. A las 14h50 llegamos a la estación donde comimos otra vez porque los dos estábamos hambrientos. El jefe de estación me firmó el papel. Después de comer rápidamente un caldo y un par de huevos con pan, continuamos. Tuininga empezó a estar cansado así que, de vez en cuando, patinaba delante, en la primera posición aunque no tan fuerte como hubiera querido. Mi guía me llevó por lagos y por un terreno inundado para atravesar Balk en dirección a Sloten. ¡Qué hermoso lugar! Justo cuando pasamos los bosques de Gaasterland, que te hacen pensar en la naturaleza de Gelderland, llegamos a los grandes lagos. El sol se tiñó de rojo y la luna iluminaba el interminable campo de hielo. En medio del lago había grandes grietas de medio metro de ancho en el hielo que se podían divisar de lejos. Esto pasa por los cambios de temperatura que hacen que disminuya el hielo y aumente de volumen desplazándose si la helada es muy grande y produciendo una gran estampida en el hielo. Estos trozos se denominan “kisten”. Era un hermoso paisaje; había algunos puentes y hombres con luces que señalaban donde estaban las grietas”
"A lo lejos vimos luces y algunos árboles cerca de dos grandes puentes: “Allí tenemos que ir, pero no deberíamos patinar tan rápido”, dijo Tuininga. Finalmente pasamos los lagos y la zona inundada. Llegamos a las 4h45 a Sloten donde mi honorable sobrino Haersma de Wit me firmó el pase y me formuló la difícil pregunta: ¿te quedas a cenar? Pero nos fuimos, esta vez en dirección a IJlst donde llegamos a las 5h45. Aquí me despedí de mi fiel guía y tras pagarle y darle un fuerte apretón de manos fui a la posada de IJlst. Eran las 6h en punto. Allí me firmó JS Heslinga y a las 6h15 llegué a Sneek donde tenía ante mí una hermosa pista y patiné tan fuerte como pude. Algunos de los agricultores que me vieron pasar me abuchearon por ir tan rápido lo que provocó que me enfadara y fuera aun más rápido. En Sneek, me firmó G.S. Bokma y a las 6h25 descendí por el tablero cubierto de paja para dirigirme, de nuevo, a la pista. La luna se ocultaba entre las nubes mientras que yo patinaba tan rápido como podía, pero tenía que tener cuidado de no caerme. Alrededor de las 7h45 divisé las luces de Leeuwarden. Aparté los brazos de la espalda agitándolos alegremente y así llegué al final del canal. Me dirigí al hotel Weidema donde saqué mi pase, bastante sucio, por cierto, y me lo firmó el camarero que me esperaba a las 9h30 como me dijo. Hice el recorrido en 12h55 minutos.
Pocas veces he tenido un día tan agradable."
Pocas veces he tenido un día tan agradable."